Los gatos se van a luna (Cuba, 1993)
Amo a los gatos y a
los perros. Pero también me amo a mi misma. Creo que uno tiene primero que
amarse a sí mismo para después amar a los demás. Y aunque estoy convencida de
que no he descubierto el agua tibia, me hace muy feliz el repetir esa frase una
y otra vez como si fuese mía. Es por ese
amor que siento hacia mi persona y hacia los míos, por esa sensación que a
veces se convierte en un acto de supervivencia que tuve que hacer lo que hice.
Ya sé que es difícil entenderme cuando te hablo de esta manera y dejo las ideas inconclusas, pero mencionar lo indecible sin que se sienta asco y ganas de recriminarme me hace hablar así.
Ya sé que es difícil entenderme cuando te hablo de esta manera y dejo las ideas inconclusas, pero mencionar lo indecible sin que se sienta asco y ganas de recriminarme me hace hablar así.
Pero como soy una
buena persona no voy a dejarte sin entender lo que sucedió y haciendo un
esfuerzo grande te voy a contar:
Y lo primero es lo
primero: mi abuelo. El con aquella su bota siempre presta a dar una patada,
lanzaba a los animalitos tan lejos que a ellos no les quedaba otra alterativa
que morirse. Yo me escondía debajo de la mesa, con mucho temor, pensando que la
siguiente patada sería para mí. Y así comenzó mi lástima por ellos. Comencé a
inventarme todo tipo de historias, a decir que aquellos pobres gatitos
moribundos se iban a la luna.
Cuando mi abuelo
desaparecía de aquel escenario funesto yo iba y recogía los restos, los
enterraba. Necesitaban un entierro digno. Les ponía flores de romerillo;
pequeñas y hermosas, amarillas como los gatitos muertos.
Ah, estaba hablándote
de supervivencia. Esto de ahora es diferente. Todos estamos enojados con todos,
avinagrados, cansados de tanta hambre, de apagones, de miseria. De tanto bla,
bla, bla y que sea siempre la misma mierda…
Y el gato estaba ahí,
gordo a pesar de la escases, de la falta de petróleo. Estaba ahí, lo llamé:
-Mi su, mi su.
Y vino el pobrecito.
-Sí, eso fue lo que
comiste esta noche, comiste gato. Y no me jodas más que tú sabes muy bien que
todos los gatos del barrio, este año, se han ido o se van para la luna.
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