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"Llorar no cuesta" y "La trampa", dos novelas cubanas

Sinopsis: " Llorar no cuesta " es una novela cubana que narra con crudeza la historia de un hombre y de dos mujeres que obligados por las circunstancias se despojan de la piel para asirse a lo imposible. Sexo, sincretismo, prostitución, violencia, desesperanza en la Cuba de los primeros años de la década del 90 tras la caída del Socialismo en Europa y durante la antesala de la Crisis de los balseros de 1994, cuando miles de cubanos se lanzaron al mar para escapar de la asfixiante situación en la que estaban atrapados. La historia transcurre en Cuba, en el pueblo de Candelaria, aunque pudo desarrollarse en cualquier otro municipio cubano. Es un texto desgarrador que recrea una triste y compleja realidad histórica. La corrupción, la ilegalidad en la que vive el cubano, la doble moral, el sufrimiento y la marginalidad constituyen el hilo conductor de esta obra que al decir de la autora es “una novela agria escrita en tonos grises”. Sobre "Llorar

Hombrecillo de amarillo




El hombrecillo de amarillo permanecía imperturbable a pesar de que la mayoría de las miradas recaían sobre él. Quienes no lo miraban estaban absortos en el árbol de navidad en el que segundos antes había eclosionado.
Se sacudió un poco la ropa y echó a andar como si no sucediera nada. Delgado como un palillo de dientes y vestido con unos pantalones de cuero muy ajustados a su cuerpo parecía un espécimen humano, pero, no. El hombrecillo de amarillo era un extraterrestre.
Había estado alojado desde hacía meses junto a otros congéneres en el reloj que cuelga del Aeropuerto Internacional de Savannah-Hilton Head. Allí lo vino a tener su madre una de las aliens más despreocupadas que jamás se háyase visto en estos contornos.
Fruto de una confusión alienígena, tras el nacimiento fue forzado a pasar una temporada en una figura lo más parecida a un huevo de flamenco, animal terrícola de patas rosadas que, por estos días, ha estado haciendo aparición en el estacionamiento del aeropuerto.
¿Qué hacían los flamencos por esta parte del mundo? Es lo que le corresponde averiguar al minúsculo hombre que ahora se ajusta las gafas oscuras y comienza su impetuoso avance sin hacer demasiado caso a la lectura que le plantean sus tentaculeetos.
Minutos más tarde y tras la llegada de la prensa la gente no atina a otro asunto que no sea tomarse selfis frente al árbol de navidad y transmitir en Facebook Live el acontecimiento de la eclosión.
A pesar del cordón de seguridad, de los llamados de atención sobre lo peligrosa de la zona, porque se esperan otras eclosiones, los amantes de los teléfonos “Smart” no se despegan de sus aparatos.
El hombrecillo de amarillo ya está afuera y puede divisar a los flamencos que en grupos de trece rodean a los vehículos aparcados a escasos metros de la pista de aterrizaje. Solo ahora presta atención a lo que dicen sus tentaculeetos y balbucea con voz de billones de bits:
— Es un malware. Estamos atrapados. Es realidad virtual en tiempo real.
El hombrecillo de amarillo se desmaya. A lo lejos las sirenas comienzan a sonar. Adentro la gente sigue haciéndose selfis mientras el malware busca donde esconderse.

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